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FORJADORES DE MÉXICO: FRANCISCO JAVIER MINA LARREA



Rafael Urista de Hoyos / Cronista e Historiador


Francisco Javier Mina Larrea nació el  10 de diciembre de 1789 en la provincia de Pamplona, España. Fue el tercer hijo de Juan José Mina Esproz y de María Andrés Larrea, una pareja de labradores acomodados de Otano, pequeña población de la provincia de Pamplona.  Con el oficio del padre la familia tenía medios suficientes para asegurase un buen porvenir.

  Su infancia y adolescencia las pasó en las montañas de su tierra natal y ya en la juventud decidió estudiar abogacía en el seminario de Pamplona, para luego marchar a Zaragoza, donde habría de concluir sus estudios de jurisprudencia, y donde también estudió latín, matemáticas y humanidades.  Ahí hizo amistad con el coronel retirado Juan Carlos de Aréizaga, quien lo aconsejaba y daba su interpretación de la marcha de las distintas guerras europeas. 

  Sin embargo, interrumpió su carrera de leyes para enlistarse en el ejército del centro, que combatió a las fuerzas invasoras de Napoleón cuando éste invadió a España.  Sus primeras acciones fueron observar los movimientos de las tropas francesas al otro lado de los Pirineos consistentes en 2 500 hombres al mando del general D”Armagnac, procedente de Roncesvalles.

  Al poco tiempo tuvo noticias de las ocupaciones por los franceses de la ciudad de Pamplona, de la de Montjuich, de San Sebastián y de los hechos del Motín de Aranjuez el 2 de mayo de 1808 que dio origen a la resistencia del pueblo español.  Todos estos hechos lo incitaron a aceptar la invitación de Areizaga, mi mentor, para incorporarme a los resistentes de la invasión.

  Desde el comienzo de las acciones de la guerrilla de Mina, llamada por los combatientes como “guerrilla del corso”, siempre había enviado a sus prisioneros al Depósito de Lérida, manteniendo con ellos escrupulosa consideración.  Sin embargo, la actitud de los franceses después de la acción de la Venta de Urbasa dio lugar a que ya nunca más los prisioneros franceses tuvieran garantía alguna de vida en el caso de caer prisioneros.  En dicha acción fue capturado Vicente Carrasco, uno de sus principales guerrilleros, junto con 18 voluntarios más.  Los franceses ahorcaron en Pamplona a Carrasco y fusilaron a los demás prisioneros.

  Napoleón, al enterarse de las actividades llevadas a cabo por su batallón, ordenó al general Harispe ---Navarro también, pero al servicio de Francia--- perseguir y terminar con la guerrilla del Corso.  Sin embargo, logré sorprender a Harispe derrotándolo en la carretera de Tudela, ocasionándole numerosos muertos y tomando más de ciento cuarenta prisioneros.

Continuó Mina con sus actividades al frente de la guerrilla durante dos años de 1808 a 1810 cuando el 29 de marzo de éste último año fue sorprendido cuando tomaba un descanso en Labiano, en las proximidades de Pamplona con tan sólo 14 hombres, donde fue tomado prisionero por un militar de apellido Thirienne.  Fue llevado a Pamplona y encerrado en una fortaleza y sometido a interrogatorio.  Su cautiverio duró cuatro años hasta el desastre y derrota de Napoleón en Rusia en 1814 recuperando su libertad a raíz de este acontecimiento.

  El retorno a su patria después de cuatro años de prisión en Francia no fue, sin embargo, feliz:  en 1814 empieza el ominoso período en la historia de España en que Fernando VII ---de vuelta en el trono que con cobardía había entregado a los franceses---- se niega a jurar la constitución de Cádiz, de profundo corte liberal, la declara abolida, hace prisioneros a los diputados de las famosas cortes gaditanas, y gobierna pisoteando a los que lo llevaron al trono, causando un terrible desegaño en los patriotas que habían luchado en su nombre contra los franceses.

  En esa época fue cuando Mina se dio cuenta de lo que estaba en juego: la libertad y la lucha contra la tiranía del sátrapa Fernando VII.  Entre su tío don Francisco Espoz y Mina y el prepararon un levantamiento de las tropas con intención de restablecer la Constitución de 1812.  Así el 25 de septiembre se llevó a cabo el pronunciamiento que resultó un total desastre al fracasar todas la operaciones concertadas, huyendo los Mina ---tío y sobrino--- a través de los pirineos hasta llegar a Dax (Francia) donde gracias a la defensa de los derechos de asilo llevada a cabo por el rey francés, Luis XVIII, pudieron huir del patíbulo reclamado contra ellos por el gobierno español.

  Después del fallido alzamiento contra Fernando VII Francisco Javier Mina se refugió en Londres, Inglaterra, que como enemiga del imperio español, en esa época daba refugio a muchos exiliados liberales.  Ahí fue donde entabló relación con liberales españoles y Americanos, especialmente con el cura mexicano Fray Servando Teresa de Mier quien, sabiendo de su deseo de luchar contra la tiranía del rey Fernando VII, lo animó a ir a la Nueva España donde los patriotas mexicanos luchaban por su independencia liderados por el Generalísimo José María Morelos y Pavón, definiéndose finalmente a llevar a cabo la que ---sin saberlo---  sería su última travesía: la de viajar a América para ponerse a las órdenes del general Morelos.  Es decir, proseguir en ultramar la guerra que en la península tenía jurada a los absolutistas del tirano rey; fue así como pasó a México para luchar por su independencia.  

Fletó un Bergantín por su cuenta y acompañado por su amigo el padre Mier  y por 22 oficiales españoles, italianos e ingleses, salió del puerto de Liverpool, el 15 de mayo de 1816, rumbo a los Estados Unidos, donde pensaba organizar un ejército.

  El 30 de julio llegó a Norfolk, Virginia, donde tuvo que enfrentarse a enormes dificultades para sacar adelante su empresa.  Finalmente pudo armar dos embarcaciones, dirigidas por norteamericanos, que envió por delante, y partió el 27 de septiembre de Baltimore a Puerto Príncipe.  De ahí partió con su escuadrilla el 23 de octubre, rumbo a la isla de Galveston, a donde arribó el 24 de noviembre de 1816.  El 16 de marzo de 1817, ya con la mira de llegar a México, se detuvo en la desembocadura del Río Bravo para aprovisionarse de agua y aprovechó el momento para lanzar una proclama a los soldados en la que les pidió disciplina y respeto a la religión, a las personas y a las propiedades.

  El 15 de abril desembarcó en la población  mexicana de Soto la Marina, Tamaulipas, en la desembocadura del Río Santander, población que tomó con su tropa al estar abandonada.  El 25 del mismo mes imprimió otra proclama, en una imprenta que llevaba consigo, en la que hizo saber a los militares y tropa los motivos de mi intervención en la Nueva España.

  Acto seguido marchó a Soto La Marina con una pequeña escuadrilla y un puñado de hombres resueltos y valientes como los griegos de la antigüedad. El 17 de mayo llega a ese puerto (Soto la Marina) la fragata española de guerra “Sabina”, hundiendo uno de mis tres barcos.  El otro pudo huir y el tercero quedó embarrancado. No obstante, proseguí mi campaña el día 24 con 300 hombres, apoderándonos en la hacienda de “El Cojo”, de 700 caballos, que estaban destinados al ejército virreinal, así pudo montar a toda su tropa y contar con la suficiente reserva de equinos.

  El 8 de junio derrota al realista capitán Villaseñor en Valle del Maíz, San Luis Potosí, y sin detenerse se apodera el día 19 de Real de Pinos, rico mineral perteneciente a la intendencia de Zacatecas.  Desde ese lugar Mina logra ponerse en contacto con el jefe insurgente Pedro Moreno, quienes se reúnen en el Fuerte del Sombrero la mañana del 24 de junio de 1817.

  Al tener conocimiento que el capitán realista Cristóbal Ordóñez, comandante de las fuerzas de Guanajuato iba a combatirlos, Mina sale a su encuentro y le ocasiona terrible derrota en la que murieron 300 realistas y el coronel Castañón y dejando 22 prisioneros.  Esta acción se desarrolló el 28 de junio.  Otra salida de Mina (recordemos que se encuentra acantonado en el Fuerte del Sombrero) fue a la Hacienda del Jaral, del riquísimo coronel Moncada, derrotando a los 400 realistas que ahí se encontraban y apoderándose de un rico botín en barras de plata y efectivo.

  Mientras tanto, el gobierno virreinal formó un poderoso ejército al mando del mariscal Pascual de Liñán con órdenes de terminar con Mina y sus compañeros expedicionarios.  La tercera salida del fuerte que hizo Mina, fue sobre la población de León, Guanajuato, la que creía estaba desguarnecida, siendo rechazado con grandes pérdidas y viéndose obligado a retirarse hasta el Fuerte del Sombrero, donde se encontraban fortificados Pedro Moreno, Encarnación Díaz y otros insurgentes.

El 31 de julio, Liñán sitia a los insurgentes en el fuerte del Sombrero, quienes después de resistir dos semanas, y ya con falta de víveres, agua y elementos de guerra, el 19 de agosto  logran romper el sitio perdiendo mucha gente y logrando fortificarse en el Fuerte de Los Remedios, cerca de Pénjamo, que estaba defendido por el padre Torres.  Mina sale del Fuerte de Los Remedios y ataca la haciende de “El Bizcocho”, la que ocupa sin resistencia y fusila a 31 prisioneros.  Al saberlo, el mariscal Liñan se dispone a atacar el fuerte del Sombrero y ponerle sitio.

  El 8 de agosto Mina preparó un convoy para conducirlo al Fuerte del Sombrero, pero en el trayecto fue atacado por el realista Rafols y perdió parte del convoy. Mientras tanto, Liñan había logrado capturar el fuerte mencionado tras varios ataques y luego de demoler sus fortificaciones. Fusilo a sus doscientos defensores incluidos los heridos.

  Se encontraba Mina con Pedro Torres en el Fuerte de los Remedios, tras de haber desbaratad0 con sólo 100 hombres una numerosa fuerza de caballería, cerca de León.  Liñan decidido a poner punto final a la campaña puso sitio al fuerte con seis mil hombres y suficiente artillería.  A pesar de ello, Mina logra salir para marchar sobre San Luis de la Paaz, en el norte de Querétaro, plaza que tomó tras reñido combate.

  En ese lugar pudo reorganizar sus fuerzas para dirigirse nuevamente al Fuerte de los Remedios, sin saber que una fuerza de más de mil hombres al mando del coronel Orrantia se aprestaba a combatirlo.  Cuando advirtió el peligro en que se encontraba pensó en cambiar de planes y atacar la ciudad de Guanajuato, pero Pedro Torres se opuso por alguna razón y nuestra indecisión fue aprovechada por Orrantia, quien nos atacó y nos derrotó en la Hacienda de la Caja.

  Posteriormente combatió en numerosos lugares hasta que desalentado por la indisciplina de sus tropas, el 12 de octubre llegué a Jaujilla, donde estaba la Junta de Gobierno.  La Junta me encomendó atacar Guanajuato, pero mis tropas fueron dispersadas en el intento; derrota total.

  En noviembre de 1817 cayó el Fuerte de Jaujilla, y fueron hechos prisioneros don Ignacio López Rayón y don Nicolás Bravo.  Yo logré salir abriéndome paso a punta de pistola junto con mi pequeña escolta llegando finalmente al rancho de “El Venadito”, donde me refugié con el coronel Pedro Moreno.

  En El Venadito fueron sorprendidos por una fuerza del coronel Orrantia quienes fueron avisados por un infame traidor quien los dirigió a ese lugar.  En el enfrentamiento murió peleando bravamente su gran amigo Pedro Moreno y él fue apresado y llevado ante el coronel absolutista Orrantia, quien al día siguiente entró a Silao llevándolo como prisionero y la cabeza de Pedro Moreno clavada en una lanza.

  Mina fue llevado al destacamento de Pascual Liñan.  El 11 de noviembre de 1817 fue conducido cargado de grilletes, a la cima del Cerro del Bellaco, frente al Fuerte de Los Remedios, muy cerca de Pénjamo, Guanajuato, y conducido hasta un paredón improvisado donde el cobarde de Orrantia, haciendo gala de una increíble vileza,  le dio dos golpes de sable en el rostro al negarse a ponerse de rodillas.  Francisco Javier Mina fue fusilado por la espalda como traidor, por los soldados del Batallón de Zaragoza.  Cuentan los testigos que murió con la misma intrepidez y valor que había demostrado en los campos de batalla.

  La noticia de su muerte fue celebrada en la capital de la Nueva España con repiques de campana y fuegos artificiales.  Así terminó la corta pero gloriosa carrera militar de este ilustre campeón de la Independencia de México.  El rey Fernando VII le impuso al virrey Venegas el título de “Conde del Venadito” como premio por el aniquilamiento de Mina, pero en realidad no fue más que una actitud de desprecio y burla del rey hacia su vasallo el virrey de la Nueva España.

  A casi doscientos años de su fusilamiento frente al Fuerte de Los Remedios, en tierras de Guanajuato, Francisco Javier Mina, el caudillo navarro (de la provincia de Navarra, España) y posteriormente destacado insurgente mexicano es recordado oficialmente como héroe propio de este país a cuya independencia contribuyó hasta dejar la vida en la empresa, con un idealismo netamente vasco (de las provincias vascongadas en España).

  Pese a su brevedad, la campaña de Mina fue el acto de guerra más importante en el período  de la Guerra de Independencia de México, conocido como “Etapa de la Resistencia” ya que para entonces el movimiento libertario languidecía en México, pues los grandes caudillos insurgentes, incluido Morelos, ya habían desaparecido.

  Se sabe por documentos de la época que Francisco Javier Mina, quien al morir tenia 29 años, era de presencia agradable y un típico general de los soldados, admirado,  obedecido y apreciado por sus tropas.  Acostumbraba a firmar sus escritos con el simple nombre de “Javier” y en la Nueva España tomó el título de “General del Ejército Auxiliador de la República Mexicana”.  Recordar y honrara la figura de Mina significa rendir homenaje a toda la tradición del guerrillero hispanoamericano, el símbolo tradicional del patriotismo, la firmeza, la generosidad y la valentía.

   Mina llegó tarde a México ---para entonces ya había muerto Morelos y disuelto el Congreso--- por lo que su labor no pudo ser apreciada convenientemente.  Sus discursos e ideas no fueron comprendidas cabalmente.  El plan que Mina ideó con gran cuidado durante varios años en Londres y Estados Unidos, con ayuda y el apoyo de personajes relevantes, consistía en apoyar las luchas por la libertad en América ---apoyaba concretamente el plan de Morelos en su doctrina llamada “Sentimientos de la Nación” --- a fin de derrotar el sistema imperial hispano y en particular las formas de poder características de las sociedades de los antiguos regímenes.

  Los restos de Javier Mina reposan actualmente en la Columna de la Independencia, en la ciudad de México, junto con los del cura Hidalgo, iniciador del movimiento independentista, y los de Juan Aldama, Ignacio Allende, Mariano Jiménez, Mariano Matamoros, Andrés Quintana Roo. Leona Vicario, Nicolás Bravo y Guadalupe Victoria, primer Presidente  de México.

 

   

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