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FORJADORES DE MÉXICO: GENERAL GUADALUPE VICTORIA



Rafael Urista de Hoyos / Cronista e Historiador


El general Guadalupe victoria, cuyo verdadero nombre era José Miguel Ramón Adaucto Fernández Félix, nació en la villa de Tamazula, provincia de la Nueva Vizcaya, en el actual Estado de Durango, él 26 de septiembre de 1786. Fue hijo del comerciante don Manuel Fernández y de doña Alejandra Félix.

La primera educación que recibió fue por parte de su tío don Agustín Fernández, que era el cura de Tamazula, quien formaba parte de los nuevos maestros con un espíritu liberal. Inició sus estudios en el antiguo claustro de la Compañía de Jesús, en la ciudad de Durango. En el año de 1807 fue admitido como bachiller en el prestigiado Colegio de San Ildefonso de la ciudad de México.

En esa época de estudiante formó parte de un grupo al que denominaban “chaquetas”, dispuestos a servir en todo al gobierno del virrey, en caso de que surgiera una revuelta. Pero tuvo noticias del movimiento de independencia y surgió en él una gran inquietud así como también en muchos de sus amigos y compañeros, y vieron la oportunidad de luchar para cambiar el abuso de poder y las leyes que gobernaban en la Nueva España, que cada vez eran más rígidas, favoreciendo la explotación de la riqueza a cambio de una mayor pobreza en la población.

A pesar de que estudió en el seminario de la Compañía de Jesús, su formación era liberal por lo que en 1812 decidió dejar el grupo de “los chaquetas” y también sus estudios para unirse a la causa independiente al lado del general don José María Morelos y Pavón, que en esos momentos andaba por el rumbo de Cuautla. Lo enviaron a luchar bajo las órdenes del general insurgente don Hermenegildo Galeana, quien era uno de los principales hombres del caudillo, considerado como uno de sus brazos fuertes.

En la primera acción en la que participó fue el 25 de noviembre de 1812 en el ataque y toma de la ciudad de Oaxaca. Cuando Morelos inició el ataque se encomendó a la Virgen de Guadalupe poniendo todo su valor y entrega para lograr la victoria para la causa insurgente, y después de una dura y difícil batalla, todas las fortificaciones realistas fueron cayendo. A Guadalupe Victoria le tocó el ataque al sitio del Juego de Pelota y al notar que sus soldados andaban muy indecisos ante la lluvia de balas que lanzaban los españoles, arrojó su espada al otro lado del foso que defendía la posición y les gritó: ¡Va mi espada en prenda, voy por ella ¡ Cruzó a nado y llegó al pie del parapeto seguido por sus soldados. Por esa razón, luego de lograr el triunfo en Oaxaca, determinó cambiar su nombre por el de “Guadalupe Victoria”.

Por su parte, el general don José María Morelos instauró un Congreso en la ciudad de Chilpancingo, donde se estableció la creación del Estado Mexicano y la elaboración de

una constitución en la ciudad de Apatzingán. Este hecho se realizó el 13 de septiembre de 1813. Muchos de los grandes hombres que formaban la lucha insurgente se integraron a este Congreso.

Posteriormente fue comisionado a Veracruz bajo las órdenes del comandante don Nicolás Bravo. Su primera acción en ese lugar fue controlar el paso del Puente del Rey, punto indispensable para llegar a Veracruz por Jalapa por donde pasaban los convoyes de los realistas y donde tuvieron frecuentes combates con los españoles, pero finalmente se logró rechazarlos. Por esta razón el general Morelos lo ascendió al rango de general brigadier y le confió la campaña de Veracruz.

Poco tiempo después, se recibió la noticia del jefe militar don Hermenegildo Galeana, ocurrida cerca de Coyuca, el 27 de junio de 1814. Fue una gran pérdida pues el jefe Galeana era un hombre leal a la causa independiente y muy valioso en la lucha contra los realistas.

A principios del año 1815, Victoria controlaba totalmente el camino que unía al puerto de Veracruz con la ciudad de Oaxaca, iniciando una estrategia de guerra de guerrillas donde realizaba ataques cortos pero fulminantes impidiendo de esa forma el paso de las tropas realistas y de los convoyes comerciales que iban como refuerzos de las tropas enemigas del centro del país.

Por entonces llegaron noticias que España había terminado la guerra que sostenía contra Francia, permitiendo al rey Fernando VII reforzar con un número importante de tropas para intentar sostener sus posiciones en las colonias de América. En julio de 1815 desembarcaron en el puerto de Veracruz dos mil hombres a las órdenes del brigadier español Fernando Miyares y Mancebo, quien se dirigió a la ciudad de Jalapa.

Ante estos hechos Victoria mandó reforzar las defensas del Puente del Rey, pero aún así no pudieron resistir el ataque de los españoles y se tuvieron que retirar al puerto de Nautla de donde también fueron desalojados llegando a acampar en Misantla, Veracruz. Estos acontecimientos constituyeron la primera gran derrota de Guadalupe Victoria que, por desgracia, provocaron el desaliento entre sus tropas al grado de que muchos se acogieron al indulto ofrecido por el enemigo y otros simplemente se rindieron. Pero Victoria tenía que seguir luchando por la causa.

Pero las desgracias continuaron cuando por medio de un mensajero se supo que el general Morelos había caído en manos del comandante español Manuel de la Concha, el 4 de noviembre de 1815 en Tezmalaca, Puebla. Encadenado y fuertemente custodiado por los realistas, lo llevaron a la ciudad de México donde el día 22 del mismo mes lo confinaron en las mazmorras de la Inquisición.

Luego de sufrir torturas y vejaciones fue sometido a juicio y sentenciado a muerte. El 22 de diciembre de 1815, a las tres de la tarde, el gran caudillo insurgente Don José

María Morelos y Pavón fue fusilado en la población de Ecatepec. Este triste acontecimiento, lejos de desalentar a Victoria, le infundió valor para continuar con el movimiento insurgente. La muerte del generalísimo Morelos y de todos los hombres que creyeron en la independencia de nuestro país, no debían ser en vano.

Al año siguiente, 1816, Victoria se enteró de la llegada del nuevo virrey llamado don Juan Ruiz de Apodaca, ya que el virrey y general don Félix María Calleja habiendo caído en desgracia fue llamado a España. Guadalupe Victoria organizó a su gente y, audazmente, se lanzó al ataque de las fuerzas españolas que conducían al virrey a la ciudad de México estando a punto de capturarlo, pero al no conseguirlo se retiraron.

El año de 1817 Victoria y sus hombres iniciaron una guerra de guerrillas por la región de Tehuacán, Puebla, que era por donde se controlaba el paso de los convoyes españoles que llevaban armas y municiones del puerto de Veracruz a las fuerzas realistas del interior del país. Después de varios encuentros contra los realistas con variados resultados, finalmente fueron derrotados por las fuerzas peninsulares que seguían llegando de España y que eran a las órdenes del comandante José Gabriel Armijo quien le ofreció a Victoria un indulto que éste por supuesto lo rechazó.

En 1818, fecha en que la revolución estaba casi extinguida, un capitán llamado Valentín Guzmán, haciéndose pasar como aliado de Victoria, ofreció entregarlo a las fuerzas españolas, pero por fortuna éste descubrió la conjura a tiempo y logró huir abandonándolo todo. Guadalupe Victoria por entonces se había convertido en un dolor de cabeza para las fuerzas españolas por sus acciones como guerrillero, que operaba en una estrecha franja situada entre la costa al norte de Veracruz y las montañas cercanas a Huatusco.

Gracias a que nació en una región tropical, Victoria aprendió a aprovechar los rercursos que le proporcionaba la naturaleza durante los cuatro años que pasaron en las montañas comiendo frutas y raíces y resistiendo las constantes persecuciones por parte de las fuerzas realistas. Durante ese período se aparecían de vez en cuando en alguna población de los alrededores hostigando y emboscando a los españoles sin que los atraparan. Esto hizo que, con el tiempo, sus salidas se convirtieran en leyenda entre los pobladores de la región; el grito de ¡Viva Victoria! Se hizo célebre en todas las poblaciones de la región.

A pesar de que fueron años sumamente difíciles para la lucha por la independencia de México, la instalación de Las Cortes de Cádiz y el paulatino deterioro de la monarquía española en la península ibérica, permitió que nuevamente se reactivara la lucha independiente a finales de 1820.

Dadas las circunstancias, Victoria tomó la decisión de reaparecer ante las fuerzas insurgentes en el poblado de La Soledad, Veracruz, el 30 de diciembre de ese año. En ese lugar se encontraba una pequeña guarnición insurgente que lo reconoció de

inmediato y decidió unirse a su menguada tropa; recobró fuerzas y comenzó de nuevo su lucha por la independencia. En enero de 1821, en el poblado de San Diego, dirigió una proclama en la que refería sus padecimientos y el de sus hombres en el tiempo en que estuvieron ocultos con las guerrillas y exhortaba a la gente a la unión y la perseverancia para concretar entre todos la independencia.

El siguiente paso fue la recuperación el puerto de Boquilla de Piedras, el fuerte La Antigua y el Puente del Rey. El 6 de abril de ese año de 1821, proclamó la independencia en el pueblo de La Soledad y dos semanas más tarde le reconocieron el grado de general. Para finales de mayo de 1821, exceptuando la capital, la provincia de Veracruz se había levantado nuevamente en armas y controlaba la región veracruzana.

En ese mismo año, el general Agustín de Iturbide, realista pasado a los insurgentes, promulgó el “Plan de Iguala” donde declaraba que era necesario pacificar al país mediante la unión de todos los habitantes: americanos y europeos. Tal unión se basaba en la religión católica, el ejército y un gobierno monárquico regido por Fernando VII que era un monarca ya hecho.

Guadalupe Victoria tomó la decisión de entrevistarse con Iturbide en San juan del Río, Durango, el17 de junio, para proponerle que el gobierno de la nueva nación lo encabezara un antiguo insurgente que no se hubiese acogido a ningún indulto. Iturbide no acogió de buen grado su propuesta y desde entonces lo consideró como un enemigo para sus ocultos planes y lo mandó vigilar para aprovechar cualquier insignificante pretexto para arrestarlo y encarcelarlo.

Esa fue la razón para que el 27 de septiembre de 1821, no le concedió ningún lugar en el desfile triunfal que se realizó en la capital, en el que se declaraba a México como una nación independiente. Iturbide supuso que Victoria tenía un interés personal para que la gente lo nombrara Presidente de la nueva nación y no lo consideró para ningún puesto; pero a pesar de todo, fue electo Diputado por Durango.

A Victoria le llegó la noticia de que muchos mexicanos, organizados secretamente por secuaces iturbidistas, solicitaron que el mismo Iturbide fuera elegido emperador, y aunque él al principio lo negó era obvio que ambicionaba el puesto, y así, los hombres que lo apoyaron lograron que un amenazado Congreso lo eligiera Emperador de México, el 22 de julio de 1822.

Gran parte de los generales del movimiento insurgente reprobaron esta elección incluido el general Victoria por lo que iniciaron un complot. Poco después la conspiración fue denunciada por un elemento traidor, como siempre ocurre, informando los nombres de los involucrados: Miguel Barragán, Juan B. Morales, Nicolás Bravo, Guadalupe Victoria, varios oficiales y los padres Jiménez y Carbajal. Desde luego todos fueron hechos prisioneros. El general Victoria logró escapar de la

prisión decidiendo permanecer oculto en su querida selva veracruzana. A finales de 1822, el general Antonio López de Santa Anna, quien había estado bajo las órdenes de Victoria en Veracruz, se enfrentó al emperador Agustín I y proclamó al República. Para entonces Guadalupe Victoria ya se había unido al general Santa Anna.

En diciembre de ese año, se dictó el “Plan de Casamata” en el que se pedía el derrocamiento del emperador Iturbide y la reinstalación del Congreso Constituyente que había sido disuelto por Iturbide. El Plan de Casamata lo firmaron Antonio López de Santa Anna, Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria, entre otros.

Para que hubiera un gobierno provisional por la transición entre el Imperio y la República, se formó el Supremo Poder Ejecutivo, el 31 de marzo de 1823. Victoria fue electo para ocupar uno de los tres puestos del triunvirato, los otros dos los ocuparon Nicolás Bravo y Pedro Celestino Negrete.

El 21 de mayo de 1823, el Congreso ordenó se publicara el proyecto de bases de la República Federativa, en el que se declaraba: “La nación mexicana adopta para su gobierno la forma republicana, representativa, popular federal”. Asimismo se establecen los 3 poderes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial y se definen los Estados que la integran como libres y soberanos. A Guadalupe Victoria lo nombraron diputado por Durango al Congreso Constituyente de 1824, mismo que publicó la primera Constitución formal del México Independiente.

Una vez redactada la nueva Constitución Federal por el Congreso Constituyente, cuando fue preciso elegir Presidente de la República, la opinión se dividió entre Nicolás Bravo, Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria. Los sufragios determinaron el triunfo del General Guadalupe Victoria como Presidente de la República, y el de Nicolás Bravo como vicepresidente.

El 4 de octubre de 1824, el Congreso proclamó la Constitución y seis días después asumió el cargo de Presidente de los Estados Unidos Mexicano el general Guadalupe Victoria, quien dijo que ese era uno de los momentos más importantes de su vida, pues tenía una gran responsabilidad que pensaba cumplirla cabalmente.

Como Presidente de la República, se preocupo primeramente por organizar la economía nacional arruinada por la larga guerra de independencia, además del bloqueo económico fomentado por la corona española; del enorme ejército y de la burocracia heredada del régimen colonial.

Más adelante impulsó la creación de la Marina Mercante del país, para explotar rutas comerciales propias con los puertos de los países americanos que habían reconocido la independencia de México y con los que se habían podido establecer relaciones diplomáticas. No obstante, tenía una gran preocupación por lograr el reconocimiento de los países de Europa,

El primero que envió a sus diplomáticos fue Inglaterra. Sus representantes tenían instrucciones de iniciar un tratado comercial y amistoso mismo que se firmó después de que Inglaterra envió una especie de inspectores para constatar que el país y su territorio eran idóneos para futuras inversiones. Inglaterra reconoció el gobierno de México hasta octubre de 1827. Esto significó un avance político muy importante, que le permitió al gobierno de Victoria aliviar en parte el embargo económico impuesto por la monarquía española. Aunque los ingleses iniciaron algunos trabajos de explotación minera en Pachuca, se instalaron en todo el país empresas de capitales ingleses, que ayudaron a aliviar los graves problemas económicos de la nación.

A los siete meses que inició Victoria su gobierno, descubrió el primer intento por derrocarlo, a pesar de aplicar una política para atraer los diferentes bandos y de integrar en su primer gabinete a los miembros prominentes de las distintas facciones, como el conservador Lucas Alamán, al liberal Pablo de la Llave y a su enemigo durante la guerra de independencia, Manuel Mier y Terán, entre otros.

Afrontó la contradicción de la intolerancia religiosa ante la libertad de expresión y prensa consagrada en la Constitución de la que el mismo fue diputado. Igualmente, permaneció en constante alerta ante las rivalidades de las logias masónicas: la Logia Escocesa (aristocrática) de 1813 y la Logia Yorkina (de extracción popular y liberal) de 1825, que pretendían influir en el gobierno de Guadalupe Victoria.

Después, a fines de 1827 salió a la luz otra conspiración contra el gobierno por parte de Manuel Montaño, quien de inmediato fue derrotado por sus soldados en el poblado de Otumba. Al inicio del siguiente año, se realizó un nuevo levantamiento que le produjo al presidente Victoria un gran impacto pues participó en éste el propio vicepresidente Nicolás Bravo. El levantamiento fue sofocado el 6 de enero de 1828, en Tulancingo. Luego de una débil resistencia, Nicolás Bravo fue expulsado del país y los demás participantes en la conspiración fueron hechos prisioneros; durante el gobierno de Guadalupe Victoria nunca se fusiló a ningún infidente ni prisionero.

Cuando daba inicio el año de 1829, el Congreso anuló la elección en la que se había designado al general Manuel Gómez Pedraza como su sucesor y nombró al general Vicente Guerrero como el segundo Presidente de la República. En importante acto, entregó el poder al nuevo presidente, el 1º de abril de 1829. Con esta acción decidió retirarse de la vida pública para atender sus asuntos personales en su hacienda del Jobo en Veracruz.

En 1832 lo invitó el nuevo Presidente don Anastasio Bustamante a colaborar en su gobierno en la pacificación del general Antonio López de Santa Anna. Mientras él se encargaba del nuevo levantamiento del general Santa Anna, el Congreso designó Presidente Interino al ameritado general insurgente don Melchor Múzquiz, mientras se celebraban los llamados “Convenios de Zavaleta” en los que se repartieron el gobierno

y el país los dos oportunistas y corruptos generales: Bustamante y Santa Anna. Un año después, en 1833, lo eligieron senador por los Estados de Durango y Veracruz, además de ocupar la Comisión de Crédito Público del senado.

Para entonces contaba con 47 años y comenzó a tener un grave deterioro en su salud. Sufría constantes ataques epilépticos, que le impidieron seguir en el servicio público. Si salud se vio disminuida considerablemente por lo que no pude desempeñar el cargo de gobernador de Puebla que me habían otorgado hacia 5 meses.

Guadalupe Victoria tuvo la satisfacción de lograr durante su gestión presidencial la creación del Distrito Federal como residencia de los poderes centrales, la creación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, así como la Tesorería General de la Nación.

Su última actividad política fue la intervención diplomática para evitar la guerra contra los franceses, cuando en 1938 intentaron invadir nuestro país en una acción que la historia registraría como La Guerra de los Pasteles. Con sus gestiones diplomáticas logró establecer el tratado de paz que se firmó en el año de 1839.

En 1841, a los 55 años, contrajo matrimonio con doña María Antonia Bretón y Velázquez, quien se dedicó desde entonces a cuidarlo. Sus constantes ataques de epilepsia lo aquejaban cada día más. Entonces le pidió a Antonia que lo trasladaran al Castillo de Perote, en su amado Veracruz, donde lo atendieron varios médicos.

El 21 de marzo de 1841 fue el último día de su existencia y el mismo lo anunció en la mañana de ese día. S despertó a las siete de la mañana muy angustiado; la noche anterior había tenido un fuerte ataque epiléptico que lo dejó sin fuerzas. El médico de la fortaleza acompañó a su esposa hasta la madrugada del día 20 después del violento ataque que sufrió esa noche.

Más que los suyos, le preocupaban los males de la patria y llegaban a su memoria los tormentosos días de su huida a la selva. Después entró en esa calma que precede a la muerte. Antes de morir dirigió un agradecimiento a la vida por haberle dado la oportunidad de ayudar a construir la República, pero sobre todo de servir a su patria.

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