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FORJADORES DE MÉXICO: GENERAL IGNACIO LÓPEZ RAYÓN

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  • 30 mar
  • 11 Min. de lectura


Rafael Urista de Hoyos / Cronista e Historiador


  Don Ignacio López Rayón nace en el poblado de Tlalpujahua, Michoacán, el 31 de julio de 1773.  Su padre fue don Andrés López Rayón y su madre doña Rafaela López Aguado, parientes entre sí.  Ignacio fue uno de los cinco hijos los que todos participaron en la lucha por la Independencia de México.

  En el año 1786, cuando contaba con 13 años, ingresó al Colegio de San Nicolás en Valladolid.  En esa institución realizó sus estudios de bachiller.  De este lugar se dirigió al antiguo Colegio de San Ildefonso, en la ciudad de México, para estudiar la carrera de jurisprudencia, de la que se graduó en el año 1796.  Graduándose con honores por sus brillantes estudios.

Al poco tiempo, Ignacio López Rayón recibió la noticia de que su padre había fallecido y se vio en la necesidad de regresar a su pueblo natal para dedicarse a las actividades relacionadas con la agricultura y la minería.  Solicitó, además, la agencia de correos del pueblo, misma que le fue concedida.  En esta época frecuentó a sus antiguos compañeros de escuela con quienes fortaleció su relación amistosa.  Tal es el caso de los hermanos Juan e Ignacio Aldama Rivadeneyra y de José María Chico.  Estos últimos pertenecían a un grupo que manifestaba un gran interés por las ideas  independentistas, al cual se incorporó Ignacio.  El joven Ignacio, por su condición de criollo, siempre deseó la emancipación de la Nueva España como nación soberana e independiente del imperio español.

  En el año 1810, a pesar de que hacía pocos meses que había contraído matrimonio con doña Ana María Martínez de Rulfo, el interés que Ignacio López Rayón tenía por el movimiento insurgente creció a tal grado, que poco después de que el día 16 de septiembre de 1810 se proclamara la lucha por la independencia de México, en el pueblo de Dolores, fue uno de los primeros en incorporarse a las fuerzas del cura don Miguel Hidalgo y Costilla. 

  Ingresó a formar parte de las filas insurgentes en el poblado de Maravatío , Michoacán, cuando el jefe militar don Ignacio Allende, uno de los principales líderes de la causa, pasó junto con su recién formado ejército por ese lugar.  Aprovechó, asimismo la oportunidad para convencer a sus hermanos que se incorporaran a la lucha independiente, situación que ellos aceptaron sin ninguna objeción.

  Una de las primeras acciones que realizó dentro del ejército del cura Hidalgo, fue la de formular un plan para evitar que se desaprovecharan los recursos económicos obtenidos a favor del movimiento insurgente.  Por lo pronto, y por su condición de abogado lo nombró como su secretario particular, aunque participando activamente en las batallas que se dieron a partir de ese momento.  Participó en la toma de la ciudad de Valladolid, Valle de Santiago, Salvatierra, Zinapécuaro, Indaparapeo, Acámbaro y Toluca.  De ahí todo el ejército siguió avanzando hasta aproximarse a la Ciudad de México.  Por su parte, el virrey Venegas nombró al teniente coronel Torcuato Trujillo para defenderla. El teniente general don Ignacio Allende concibió un plan para emprender una batalla en el Monte de las Cruces, donde se logró el triunfo sobre los soldados realistas del teniente coronel Trujillo, antes de que fueran cortados los puentes sobre el Río Lerma.  En estas acciones también colaboró López Rayón.

  Entre el cura don Miguel Hidalgo y el teniente general Ignacio Allende, comenzaron a ocurrir, casi desde un principio, grandes diferencias que marcaron el rumbo del primer movimiento de independencia armado.  Cuando este último propuso avanzar hacia la Ciudad de México, situación que provocaría la captura del virrey o tal vez su huida por lo que se derrotaría al gobierno virreinal, Miguel Hidalgo no estuvo de acuerdo con esa estrategia.  Quizá consideró que el ejército español no estaba totalmente derrotado o tal ves quiso evitar otro derramamiento de sangre y saqueo, como cuando sucedió con la toma de la ciudad de Guanajuato.

  Por estas dificultades y luego de una ardua discusión, Hidalgo y Allende decidieron dividir al ejército insurgente:  el primero marcharía hacia la ciudad de Guadalajara con Miguel Hidalgo al mando, mientras que el segundo, al mando de Ignacio Allende, lo haría a la ciudad de Guanajuato.  Por su parte, Ignacio López Rayón, eligió seguir al ejército del cura Hidalgo.

  En Guadalajara, fue nombrado secretario de Estado y de Despacho, que equivaldría al de Ministro Universal, en el gobierno que el propio Hidalgo formó en esta ciudad.  Por este tiempo, publicó los decretos que suprimían la esclavitud y los impuestos.  Asimismo, López Rayón propuso el establecimiento de una junta directora y que se intentara establecer relaciones para lograr el reconocimiento de los Estados Unidos.  Por otra parte, promovió en la misma ciudad, la publicación del periódico “El Despertador Americano”, uno de los principales órganos que servía de medio para difundir las ideas sobre la independencia, en todas las regiones del país.  Encomendó esta tarea a don Francisco Severo Maldonado.  Para negociar una alianza ofensiva y defensiva, además de fijar tratados de libre comercio, así como para adquirir pertrechos de guerra, envió a don Pascasio Ortiz de Letona a los Estados Unidos.  Asimismo buscó y dar disciplina al ejército insurgente, idea que compartía con Ignacio Allende, y ordenar y supervisar la adquisición de armamento.

  El ejército insurgente que se había dirigido a Guanajuato, abandonó la ciudad antes de recibir una derrota, porque las fuerzas realistas a las órdenes del brigadier Félix María Calleja, estaban muy bien disciplinadas y pertrechadas.  El general Allende abandonó Guanajuato y se unió a Miguel Hidalgo camino a Guadalajara donde supieron que los perseguía el brigadier español.  Ante los constantes desacuerdos de los dos principales dirigentes del movimiento insurgente, para realizar la batalla en el Puente de Calderón, en la que el ejército insurgente fue derrotado y tuvo considerables bajas debido a la explosión del depósito de pólvora insurgente donde murieron varios miles de insurgentes cuando los realistas ya se estaban retirando de la lucha.  Después de estos hechos, los oficiales solicitaron la renuncia del cura Hidalgo a la dirección del movimiento.  El mando lo ocupo el general Ignacio Allende.  Después de la última derrota, los dirigentes del movimiento huyeron con su ejército hacía la haciende del Pabellón en Zacatecas.

  El 16 de marzo de 1811, el jefe del ejército dio la orden de marchar hacia la ciudad de Saltillo, que era el único punto que consideraba seguro, para de ahí partir hacia los Estados Unidos, con el propósito de conseguir apoyo y armas, necesarios para continuar la campaña.  En esta ciudad, Ignacio López Rayón fue nombrado comandante de las tropas insurgentes, para dirigirlas previendo futuros acontecimientos.  El general Ignacio Allende le dio diversas instrucciones para continuar con la guerra de independencia. 

  El día 21 de marzo de 1811, cuando una parte del ejército independiente abandonó Saltillo para dirigirse al norte del Estado de Coahuila, los jefes insurgentes esperaban ser recibidos amistosamente por don Ignacio Elizondo, jefe insurgente del norte de ese Estado, en un punto llamado “Acatita de Baján”, en las cercanías del poblado de Monclova.  Nunca esperaron que este los fuera a traicionar, porque estaba resentido con Allende por no haberle otorgado el nombramiento de teniente general.

  Ajenos a la trampa preparada, fueron víctimas de una emboscada preparada por Ignacio Elizondo al frente de una partida de soldados realistas, quienes los obligaron a rendirse.  La comitiva insurgente contaba con tan sólo 800 soldados, y nada pudieron hacer frente a los 3,000 relistas de Elizondo.  En la última parte del contingente viajaba el general Ignacio Allende, acompañado de su joven hijo Indalecio.  Cuando se dio cuenta de la traición Allende se confrontó con Elizondo llamándolo traidor y éste ordenó a toda la tropa abrir fuego, resultando ilesos tanto Elizondo como Allende aunque el joven Indalecio, quien recibió parte de la metralla, no pudo sobrevivir.

  En esos trágicos momentos, resultó muerto el joven hijo de Allende y al general lo apresaron y lo llevaron a la ciudad de Chihuahua.  Luego de un simulacro de juicio lo condenaron a muerte, así como a los demás jefes insurgentes Juan Aldama, Mariano Jiménez y Manuel Santamaría.  Los fusilaron el 26 de junio de 1811.  Un mes después, el 30 de julio, el cura don Miguel Hidalgo y Costilla, también sería condenado a muerte y fusilado después de ser sometido a humillantes degradaciones por parte de los clérigos católicos.

  A pesar de esa difícil situación, Ignacio López Rayón tomó la decisión de conducir su ejército hasta Zacatecas.  Lo acompañaban el mariscal Juan Pablo Anaya, el mariscal Victor Rosales y sus hermanos Francisco y José María.  En esa ciudad aumentó sus tropas y se hizo de recursos, sabiendo que el ejército realista se disponía a atacarlo.  Una vez concluida esa tarea y eludiendo al ejército realista, decidió dirigirse a Michoacán, cuyo territorio conocía perfectamente.  En el rancho El Maguey fue alcanzado por el realista Emparan que no consiguió derrotarlo al retirarse ambos ejércitos y quedando la batalla sin decisión.  Se dirigió después a Zitácuaro, en Michoacán, donde se atrincheró con su ejército y pese a los distintos intentos de los realistas por derrotarlo, nunca pudieron hacerlo.

  En el mes de agosto organizó en Zitácuaro la “Suprema Junta Nacional Americana”, primer órgano del México insurgente, que tanto temor causó a los realistas.  En ella él figuró como presidente, con José María Liceaga y Sixto Verduzco como vocales.  En este período, expidió leyes, proclamas y reglamentos.  A la Junta que recientemente había organizado, se unieron para formar parte de ella, don José María Cos, quien muy pronto se convertiría en un fiel colaborador de Ignacio López Rayón; don Carlos María de Bustamante, periodista y autor de los “Cuadros históricos de la Revolución de Independencia” un diario que comentaba e informaba día con día los acontecimientos de la Guerra de Independencia; y don Andrés Quintana Roo y su esposa doña Leona Vicario, quien informaba por medio de cartas, acerca de los movimientos políticos y militares que observaba en la capital del virreinato; sus notificaciones ayudaron en gran medida a las acciones militares de los insurgentes.

  Con el fin de extender el movimiento insurgente por todo el país, tal como lo había instruido don Ignacio Allende, López Rayón mantenía comunicación con don José María Morelos y Pavón, caudillo de la región del sur, así como también con otros jefes insurgentes de otras zonas del país.  Todos ellos coincidían con su idea de construir la nación mexicana.  A pesar de que no existía una verdadera amistad entre el general López Rayón y el generalísimo Morelos, éste último aceptó su invitación para formar parte de “La Suprema Junta Nacional Americana”.  En realidad, López Rayón recelaba de Morelos al que nunca reconoció con un rango militar superior al de él como caudillo general de la lucha independentista, opuestamente a los demás jefes insurgentes que si reconocían a Morelos como Generalísimo.

  El 1º de enero de 1812, un ejército realista formado por cinco mil elementos y fuertemente pertrechado, bajo las órdenes del comandante Félix María Calleja, se presentó frente a la ciudad de Zitácuaro.  Los soldados insurgentes dieron una muy dura batalla para resistir, pero los españoles los superaban en número y armamento y el comandante López Rayón ordenó a su ejército que abandonara la ciudad en manos realistas.  El ambicioso y cruel asesino Calleja, incendió la plaza y mandó fusilar a todos los insurgentes que pudo capturar, así como condenar a degüello a todos los civiles acusados de colaborar con los rebeldes.Ignacio López Rayón partió con los restos de su menguado ejército hacía la ciudad de Toluca.  De allí se encaminó al poblado de Lerma y poco después estableció su cuartel general en el Campo del Gallo, cerca de Tlalpujahua, su pueblo natal.

  Por su parte, el general don José María Morelos y Pavón instauró un congreso en la ciudad de Chilpancingo, donde se estableció la creación del Estado Mexicano y la elaboración de una Constitución.  Este hecho se llevó a cabo el 13 de septiembre de 1813.  Gran parte de los grandes hombres que formaban la lucha insurgente integraron el Congreso de Chilpancingo.  Lo integraron los diputados electos:  don José Sixto Verduzco por Michoacán, don José María Murguía por Oaxaca, don Andrés Quintana Roo por Puebla, don José Manuel de Herrera por Tecpan, don Carlos María Bustamante por México, don José María Cos por Veracruz, don José María Liceaga por Guanajuato y don Ignacio López Rayón por Guadalajara.

  El 6 de noviembre de 1813, la Asamblea proclamó el “Acta de Independencia de México”.  Firmaron el acta Andrés Quintana Roo como vicepresidente; el licenciado Cornelio Ortiz de Zárate, como secretario, y los señores Carlos María de Bustamante, José Sixto Verduzco y José María Liceaga.  Este nuevo panorama político de la insurgencia, que tomaría fuerza con la creación del Congreso, estaría manifestándose en un documento conocido con el nombre de “Sentimientos de la Nación” firmado por el general don José María Morelos y Pavón en la ciudad de Chilpancingo.  Los postulados de este documento fueron retomados y estipulados en forma oficial, en el “Acta Solemne de la Declaración de Independencia de la América Septentrional” y más adelante en la “Constitución de Apatzingán”.

  El día 7 de enero de 1817, el general López Rayón se reveló contra la “Junta de Jaujilla” que no aceptó reconocerlo como jefe supremo de los ejércitos insurgentes.  Fue así como la Junta, que quiso acabar consus pretensiones, envió la comandante Nicolás Bravo a perseguirlo y poco después lo hizo prisionero; lo llevó hasta el poblado de Patambo.  A los pocos meses de encontrarse en prisión, lo capturaron las fuerzas realistas el 10 de diciembre, enviándolo a la ciudad de México donde se le instruyó el proceso correspondiente y se le sentenció a muerte.  Se pospuso la ejecución y permaneció preso del año 1818 al año 1820, en que fue liberado.  Un año más tarde López Rayón se incorporó al Plan de Iguala, o de las Tres Garantías, que fue presentado por los generales Agustín de Iturbide y Vicente Gurrero.

  Dicho plan era un programa político cercano tanto a los tradicionalistas católicos como a los liberales.  En él se proclaman tres garantías: “La Independencia de México”, “La Igualdad para españoles y criollos, y por Último “La Supremacía de la religión católica”.  Para sostener el Plan de Iguala, se conformó el llamado Ejército Trigarante que reunía a las tropas del general Guerrero, las de los realistas de Iturbide y a las que se irían integrando poco a poco, las demás guarniciones realistas del país.  Muy pronto este ejército pasó a dominar todo el país.

  Consumada la Independencia, en septiembre de 1821, muchos hombres importantes solicitaron que el general Agustín de Iturbide fuera elegido emperador de México.  Finalmente lograron que el 22 de julio de 1822, le dieran ese cargo, con el nombre de Agustín I.  Gran parte de los generales insurgentes se opusieron a este nombramiento e iniciaron un complot para derrocarlo.  Incluso el general Vicente Gurrero a quien Iturbide le había otorgado el grado de Gran Cruz de la Orden de Guadalupe y general del ejército imperial, lo desconoció como emperador.

  En diciembre de 1822, el general don Antonio López de Santa Anna, dictó el Plan de Casamata en el que proclamaba la República y la reinstalación del Congreso Constituyente que había disuelto el nuevo emperador.  El 31 de marzo de 1823 se formó el llamado “Supremo Poder Ejecutivo”, un gobierno provisional por l transición entre el imperio y la República y en el que se eligieron los jefes militares Nicolás Bravo, Pedro Celestino Negrete y Guadalupe Victoria, para estar al frente del gobierno transitorio. Ese mismo año, el general Ignacio López Rayón, alcanzo el grado de divisionario y primero lo nombran tesorero y poco tiempo después, intendente de la provincia de San Luis Potosí.  Asimismo, le dieron el cargo de diputado en el Congreso Constituyente de 1823 a 1824. El 4 de octubre de 1824, el Congreso proclamó la Constitución de la Nación y el día 10 de ese mismo mes, Guadalupe Victoria asumió el cargo de primer Presidente de los Estados Unidos Mexicanos y Nicolás Bravo el de vicepresidente.

  En el año 1825, Ignacio López Rayón fue nombrado comandante militar del Estado de Jalisco y después magistrado del Supremo Tribunal de Guerra.  En el año 1829, participó en el levantamiento de Vicente Guerrero, a quien habían nombrado Presidente de la República, en lugar de Manuel Gómez Pedraza quien fue el ganador de las elecciones, pese a las protestas de muchos jefes y soldados insurgentes.

  Don Ignacio López Rayón, murió el día 2 de febrero de 1832, en la ciudad de México cuando contaba con 59 años de edad.

  

   

 

 

 
 
 

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