La tensión entre Israel y Hamas se mantiene tras 11 días de bombardeos y cohetes que han causado más de 200 muertos, la mayoría palestinos. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo el miércoles que espera un alto el fuego “pronto”, pero no dio una fecha concreta. Mientras tanto, el Consejo de Seguridad de la ONU sigue sin lograr una declaración conjunta sobre el conflicto.
Los ataques aéreos israelíes han destruido edificios e infraestructuras en la Franja de Gaza, donde viven unos dos millones de personas bajo un bloqueo israelí desde hace 14 años. Hamas, el movimiento islamista que controla el territorio, ha lanzado más de 3.000 cohetes hacia Israel, algunos de los cuales han sido interceptados por el sistema de defensa Cúpula de Hierro. Los proyectiles han alcanzado ciudades como Tel Aviv, Jerusalén y Beerseba, provocando la alarma y el pánico entre la población.
El origen de la actual escalada se remonta al mes de abril, cuando se produjeron enfrentamientos entre la policía israelí y los manifestantes palestinos en Jerusalén Este, la parte de la ciudad ocupada por Israel desde 1967 y reclamada por los palestinos como capital de su futuro Estado. Los disturbios se intensificaron por las restricciones al acceso a la Explanada de las Mezquitas, el tercer lugar más sagrado del islam, y por las amenazas de desalojo de familias palestinas en el barrio de Sheikh Jarrah.
El 10 de mayo, coincidiendo con el Día de Jerusalén, una celebración nacionalista judía, Hamas lanzó una andanada de cohetes hacia la ciudad santa, desencadenando la respuesta militar de Israel. Desde entonces, ambos bandos han intercambiado fuego sin tregua, a pesar de los esfuerzos diplomáticos de Egipto, Qatar, la ONU y otros actores internacionales para lograr una desescalada.
La violencia también ha estallado dentro de Israel, donde se han registrado enfrentamientos entre árabes y judíos, así como ataques de extremistas de ambos lados. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha calificado estos hechos de “anarquía” y ha ordenado el despliegue de fuerzas de seguridad adicionales. Por su parte, el presidente palestino, Mahmud Abás, ha acusado a Israel de “agresión” y ha pedido el apoyo de la comunidad internacional.
La crisis actual ha puesto a prueba la política exterior de Biden, que ha mantenido varias conversaciones telefónicas con Netanyahu y Abás, pero sin exigir públicamente un alto el fuego. El mandatario estadounidense ha reiterado el derecho de Israel a defenderse, pero también ha expresado su preocupación por la situación humanitaria en Gaza y el sufrimiento de los civiles. Algunos sectores del Partido Demócrata han criticado la postura de Biden y han pedido una mayor presión sobre Israel para que cese la ofensiva.
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